En cualquier otra ocasión, el archivo de la causa Funsal se hubiera convertido en la mejor noticia para el ministro de Salud, Pablo Yedlin. Sin embargo, la publicidad de esta medida representa hoy todo lo contrario.
Hace poco más de dos meses el expediente judicial fue cerrado. ¿Por qué semejante noticia, que a priori lo beneficia, no fue dada a conocer por el ministro? En otra circunstancia, el Gobierno se hubiera engalanado de que sus funcionarios se pusieron a disposición de la Justicia y de que la honestidad fue probada. Entonces, ¿por qué tanto silencio?
Porque el mudismo oficial envuelve al caso Funsal desde el momento mismo en el que el Gobierno diseñó cursos de capacitación con una entidad por entonces inexistente y para quién sabe cuántos. Porque el ministro Yedlin se debilita políticamente en la misma proporción que crece la desatención en los hospitales. Porque, indudablemente, el archivo de la causa judicial contra el ministro más cuestionado del alperovichismo catapultará el reclamo social de los trabajadores autoconvocados de la salud.
En cualquier otro momento, la noticia se habría puesto a disposición de la sociedad porque supone que el Gobierno nada tenía que ocultar. Pero el caso Funsal tenía que terminar así. En silencio. Con incógnitas. Sin respuestas. Tal como empezó.
Hace poco más de dos meses el expediente judicial fue cerrado. ¿Por qué semejante noticia, que a priori lo beneficia, no fue dada a conocer por el ministro? En otra circunstancia, el Gobierno se hubiera engalanado de que sus funcionarios se pusieron a disposición de la Justicia y de que la honestidad fue probada. Entonces, ¿por qué tanto silencio?
Porque el mudismo oficial envuelve al caso Funsal desde el momento mismo en el que el Gobierno diseñó cursos de capacitación con una entidad por entonces inexistente y para quién sabe cuántos. Porque el ministro Yedlin se debilita políticamente en la misma proporción que crece la desatención en los hospitales. Porque, indudablemente, el archivo de la causa judicial contra el ministro más cuestionado del alperovichismo catapultará el reclamo social de los trabajadores autoconvocados de la salud.
En cualquier otro momento, la noticia se habría puesto a disposición de la sociedad porque supone que el Gobierno nada tenía que ocultar. Pero el caso Funsal tenía que terminar así. En silencio. Con incógnitas. Sin respuestas. Tal como empezó.